Sunday, July 04, 2010

KATZIN - SERVETTO



“Salió del café y volvió al parque. Ahí estaba, imperioso y férreo, Don Pedro de Mendoza señalando con su espada a la ciudad que su real gana decidía fundar aquí”.1
Ernesto Sabato. Abbadon el exterminador

Mito, hito y rito.
Tenemos una historia, Pedro de Mendoza habría plantado bandera acá en América del Sur justamente en lo que hoy es Parque Lezama.
El beneficio de la duda del sitio exacto incentiva la imaginación y un conjunto de leyendas devienen en la creación de un mito.
Nos sentamos alrededor de un árbol y escuchamos hablar al sabio que nos cuenta como empezó todo. La recuperación de la tradición oral que a la larga pasara a ser escrita.
El hecho de conservar la duda es un hecho sano. La sugerencia de lo que puede ser.
La fundación mítica se reconoce como una fundación simbólica. Una multitud de teorías que buscan hacerse un lugar y aquella que postula a la de parque Lezama como lugar de la primera fundación se enarbola como la vencedora
El obelisco conmemora el lugar donde fue izada por primera vez la bandera. La pirámide de mayo conmemora el primer aniversario de la revolución de mayo.
Tanto la pirámide de mayo como el obelisco se convierten ambos en hitos que conmemoran. Pero en dicho caso no hay mito. Hay hecho concreto que convierte el significado en alegórico pues la relación es cerrada.
Por contrario, en parque Lezama sucede lo contrario, acá hay una leyenda que postula una teoria y convierte al sitio en simbólico.
Parque Lezama, entendiendo como sitio al parque y sus alrededores posee sus pequeños hitos, el bar Britanico, el bar Hipopótamo, el museo Histórico Nacional y el parque mismo. Todos hitos que funcionan a pequeña escala.
Entendemos que el sitio requiere un hito a gran escala y nuestra propuesta indaga en el concepto de balconeo y mirador. Un paseo que es una mirada ala pasado, al presente y al futuro materializado en rampas, pasarelas y edificios que con distintas escalas cumplen la función de observatorio de lo que es fué y será. Un paseo que rematara en un gran edificio que es a la vez mirador publico y recorrible desde donde se puede observar el río y la ciudad a medida que vamos ascendiendo.
Mirando hacia el río vemos de donde venimos y mirando a la ciudad, vemos en lo que nos convertimos.

La idea de mirador:
Un paseo que reconstruya la idea de la sucesión de balcones que conforman la fachada continua de buenos aires, que retome el concepto de unión de uno con el otro y del mirar hacia los costados, hacia arriba, hacia abajo, hacia el frente. Y que es el balcón sino además una cornisa que da escala humana que como identidad fragmentada da escala al barrio, un crisol de razas y un crisol de balcones que construye la ciudad y le da el perfil típico de barrio porteño. Parientes de las cúpulas, quienes reinan en el cielo como las nieves eternas de las cumbres, los balcones son el nexo entre lo publico y lo privado, las dos esferas que construyen las ciudad.
Publico y privado, el adentro y el afuera. El hombre y su entorno. El hombre como centro que observe y absorbe. Reflexiona en silencio o en compañía.
El murmullo de las luces en la noche que nos acompaña. Una ventana que ilumina y seduce desde su altura, una cortina q flamea y sugiere, y las barandas testigo de la sangre que fluye por las arterias de la ciudad. En el medio, el hombre, testigo del devenir de la ciudad.
Aquel balcón de Buenos Aires que dialoga con su vecino y se expresa desde su lenguaje construyendo una línea imaginaria que se pierde en el horizonte.
Miradores de Buenos Aires, gracias a ellos, somos testigos y hacedores de la historia.

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