Si quisiéramos indagar en la historia de la construcción con tierra en
el mundo deberíamos remontarnos 9000 años atrás para encontrarnos con las
primeras viviendas que usaron este material, allá por medio oriente. En todas
las grandes culturas antiguas y en todos los continentes la tierra cruda ha sido utilizada para la
construcción. Desde grandes edificios monumentales hasta la unidad básica de
vivienda rural han sido erigidos con tierra cruda.
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Ciudadela de Bam, Irán |
Revisando el contexto en el que estamos trabajando, una porción del
Noroeste Argentino, encontramos que en todas las etapas de su historia
constructiva, el barro, la piedra y la madera fueron los recursos principales para la construcción
de viviendas, iglesias y poblados. En las primeras construcciones nómadas se utilizaban ramas y
cañas como estructura, y tierra y hojas
como relleno para vivienda transitoria. Con el surgimiento y desarrollo de los
asentamientos sedentarios se adoptó la
tierra y la piedra para las construcciones. El barro fue utilizado como relleno interior
del muro doble de piedra (cultura Tafí) para luego ser empleado en la fabricación de adobes y tapiales. Ya en
el siglo XV, la región pasó a ser parte del imperio incaico, cuya
influencia en la construcción introdujo
la mampostería de piedra canteada asentada con barro, los ángulos rectos en las
habitaciones, y las ventanas trapezoidales. Con la colonización, la llegada de
los españoles produjo grandes cambios en la vida política y social de los
nativos y también en la cultura constructiva. La adopción y adaptación de los
modelos europeos sumada a la expresión tecnológica y cultural de la mano de
obra autóctona dejan su impronta en dos
unidades arquitectónicas fundamentales: la iglesia y la vivienda. La ya por
nosotros conocida arquitectura religiosa del NOA es la máxima expresión de la arquitectura de
la época en esa región, símbolo de la
acción evangelizadora, punto de gran valor histórico y social, con su
plaza-atrio que es punto de encuentro de la comunidad, y que aún hoy toma un
papel central de la realidad del presente de estos pueblos. Las viviendas, con
su espacio-patio o su galería, su fueguero, sus habitaciones que van
modificándose en número según cómo va creciendo la familia, tienen patrones formales
que son resultado de la asimilación de la arquitectura española con pautas de
uso heredadas de las culturas originarias.
Ahora bien, estas
son cuestiones de las que hemos estado
hablando desde principio de año. Pero sería bueno comenzar a clarificar algunas otras en cuanto a la
tecnología de la tierra. Es necesario abandonar
desde ya la idea común de que el adobe es todo lo que sea tierra para
construcción. No todo es lo mismo y no da todo igual. Tradicionalmente se ha
utilizado a la tierra para la construcción de distintas maneras que debemos
conocer. También es preciso indagar en los avances que se han producido y cuál
es la situación de la construcción en tierra en la actualidad. Coexisten en el
tiempo los modos ancestrales de
construir con las nuevas tecnologías y las mejoras que se han desarrollado
gracias a la investigación y al esfuerzo desde diversos ámbitos.
En nuestros días, casi un
tercio de la humanidad habita en viviendas de tierra, y en las últimas décadas
se ha renovado el interés por este material de construcción, ya sea por motivos
de vivienda social, por razones de sustentabilidad y salubridad o por razones
más banales como el gusto por “lo rústico”. Es que como material, la tierra
tiene virtudes innegables. Por ejemplo,
desde el punto de vista del confort y la salud, la tierra cruda es
naturalmente reguladora de la humedad de los ambientes por su capacidad de
absorción, y tiene la capacidad de mantener el aire limpio, generando un clima
sumamente agradable. Desde el punto de vista de la sustentabilidad, es un
material que no es tóxico, su producción y transporte prácticamente no
contamina, es reciclable y pude ser producido por quien va a ser uso de él. Por
lo general, Se construye con los que el suelo brinda, y con lo que se consigue
un entorno más o menos próximo, generando de esta forma relaciones a escala
regional entre zonas con distintos recursos y climas, pero que forman parte de
una misma región.
Pero ya sabemos que el tema de la construcción con
tierra no es recurrente en la mayoría de las facultades de arquitectura, y la
información al respecto puede ser a veces un poco escurridiza, por eso va aquí
una pequeña introducción
Sobre la variedad de técnicas
A modo de generalidad, los sistemas adoptados para la construcción con
tierra cruda en determinado lugar manejan una estrecha relación con los
recursos disponibles y con las características del clima. Es así como en las
zonas más húmedas donde crece la caña, o donde la madera es abundante, el uso
de técnicas como la quincha es mucho más extendida que en los climas más áridos
donde, por el contrario, predominan las tapias, las muros de adobe y los techos
planos de torta de barro. La forma de habitar el edificio, el valor estético al
que se pretenda lograr, las necesidades climatológicas, etc. son otras de las
variables a considerar. Por ejemplo, un muro de tapia tiene una gran capacidad de absorber y retener
calor, lo cual es propicio para climas con gran amplitud térmica, ya que
acumula calor durante el día y lo libera palatinamente por la noche. Esta
cualidad puede a demás complementarse con el sistema de calefacción natural conocido
como muro trombe, mediante el cual se forma una cámara de aire
entre un muro con gran capacidad térmica con su superficie exterior (pintada de
color oscuro) expuesta a la radiación solar y una superficie transparente, para
atrapar el calor en la cámara y llevarlo mediante aberturas practicadas en el
muro, al interior. Por otro lado, las paredes que llevan buenas cantidades de
paja en su interior son excelentes aislantes.
Hay dos grandes grupos en los que podemos englobar a estas técnicas: están los entramados,
incluyendo aquí a los muros de cerramiento que necesitan de una estructura que suele ser de madera, y techos que pueden ser planos o
con pendiente, con paja o con torta de barro; y los sistemas monolíticos, que
pueden ser muros y bóvedas de mampuestos, tapias, o moldeado directo, que sería
similar a moldear arcilla.
En todas ellas encontramos mezclas de barro y paja en distintas
proporciones y con distintos agregados usados para mejorar algunas de sus
propiedades, como la protección frente al agua (resinas vegetales, cal,
cemento, compuestos asfálticos, aceite de linaza, grasa animal) o la resistencia
a la fisura por secado (excremento animal), entre otras. Las proporciones de
las mezclas, el largo de la paja varían según qué sistema se adopte.
El adobe es un
ladrillo de barro crudo mezclado con paja trozada y otros aditivos que se
coloca en un molde para brindarle forma y se deja secar al aire libre protegido
de sol, del viento y de las lluvias. Sus dimensiones varían, pero por lo
general son mayores que las del ladrillo cocido común. La mezcla de asiento es
la misma que la usada para la fabricación de los adobes. Estos se suelen
utilizar para levantar muros portantes y bóvedas.
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Ruta del adobe, Catamarca |
La tapia es un
muro que se realiza con una mezcla de tierra mucho más seca que la empleada
para adobe. Se realiza con un encofrado
similar al que se usa para el hormigón colocando tierra en capas sucesivas que
se van apisonando manualmente. Con la técnica del barro apisonado se pueden
realizar también cúpulas (Universidad de Kassel, Alemania).
Los Tepes o Terrones son
porciones de suelo que se cortan y se utilizan como mampuestos
directamente incluyendo el pasto que haya crecido, pero colocado las raíces
hacia arriba y el pasto hacia abajo para evitar que siga creciendo. En España y
Portugal fue corriente la utilización del terrón para terminaciones de terraplenes
defensivos y taludes de caminos carreteros. En la zona andina se lo conoce como
champa. Otra variante similar es el
llamado cancagua, pero aquí el suelo
se extrae de una cierta profundidad, donde ha sido compactado por miles de años
y nunca ha sido removido. Tienen una consistencia muy dura y bastante peso.
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Handel Guayasamin (Ecuador) |
De los sistemas de cerramientos entramados, el más conocido es la quincha. Su estructura se compone
de elementos horizontales y verticales (comúnmente cañas) formando un enrejado
que se rellena luego con una mezcla de barro con paja cubriendo toda la
superficie del cerramiento. Hay infinidad de variantes de este sistema y la
experiencia ha demostrado que es muy apropiado para zonas sísmicas.
Con armaduras similares a la de la quincha, pero con otros
rellenos. El sistema de bollos es usado en las llanuras
argentinas. En vez de rellenarse con barro, se lo hace con paja embarrada.
Otra variante similar es el sistema denominado chorizo, en el cual se utilizan elementos horizontales más finos
(que pueden ser alambre, tientos de cuero, etc.) de los cuales se cuelgan chorizos de paja amasada con
barro. Esta técnica es muy utilizada en el sur.
El moldeado directo, cuyos orígenes pueden encontrarse en la época
prehispánica y en las tradiciones africanas traídas al continente por los
esclavos, se trata del amasado de
grandes porciones de barro plástico que se van apilando. Esta técnica es muy
utilizada para la ornamentación de obras realizadas con otras técnicas, pero
también se lo puede ver en varias zonas de la Pampa argentina o la Patagonia.
El impacto de lo ajeno
Con el paso del tiempo y el desarrollo e importación de otros materiales,
sumado a que los programas de las facultades
eran los de Francia, se dejó de lado el conocimiento de la arquitectura
tradicional de las provincias de nuestro país. La construcción con recursos naturales perdió
prestigio hasta el punto de ser considerada precaria y marginal, aun habiendo
excelentes ejemplos de arquitectura en tierra
que demuestran lo falso de esta apreciación. Quienes tenían el
conocimiento de las técnicas debieron “modernizarse” y el saber popular comenzó a ser ocultado y a
perderse. Menos aún existían profesionales que conocieran las técnicas con
que se habían construido gran parte de los edificios históricos de nuestro país.
A causa de este vacío de conocimiento las intervenciones de restauración que se
realizaron sobre ellos, si bien con buenas intenciones, tuvieron consecuencias nefastas y llevaron a
la destrucción y desaparición de importantes monumentos.
Pero no todo es
oscuridad… A partir de la década del 70 el tema de la arquitectura de tierra
comienza a ser considerada nuevamente y cobrar algo de valor. Actualmente
existen en todo el mundo numerosos centros de investigación, ONG, organismos de
gobierno, profesionales independientes, redes y comunidades e incluso empresas,
que o bien promueven la investigación y el desarrollo de mejoras, o bien las
efectúan ellos mismo. (El Criatic en la Universidad Nacional de Tucumán, Red
PROTERRA en Iberoamérica, por mencionar algunos). Se han producido cambios e
innovaciones, por lo general mediante la
estabilización con productos naturales o industriales y la compactación
se ha logrado alterar las propiedades del material en cuanto a resistencias,
durabilidad, texturas y acabados y modos productivos. Algunos de ellos son el
bloque de tierra comprimida (BTC), la torta mejorada, el sistema LAMARS, el súper
adobe, etc.
Centro Regional
de Investigación de Arquitectura de Tierra Cruda,
Criatic, en
la Universidad Nacional de Tucumán
Técnicas: Tapial, bloques comprimidos de suelocemento
(btc) y bloques articulados de tierra
estabilizada, Sistema Lamars (batc),
y mixto (quincha y entortado en algunas cubiertas)
Finalmente, como toda técnica, la construcción
con tierra tiene sus limitaciones y debemos conocer las reglas de su arte. Pero
este está lejos de ser un motivo para desdeñar un saber que lleva miles de años
de trayectoria, y que solamente en los últimos dos siglos de historia ha sido
desprestigiado y relegado a la idea de que “con tierra solo se construyen
ranchos pobres”. Esto suena, como mínimo, cuestionable, incluso más bien
ridículo. No existen razones desde puntos de vista funcionales, técnicos,
estéticos para que ni siquiera se los tenga consideración como sistemas constructivos
validos o pertinentes. En todo caso cabrá preguntarse desde dónde se nos vienen las razones.
Caro