Rosario surge por adhesión y
acumulación de partículas y señales sólidas o inmateriales producto del
fluir de transiciones estaduales
entre el agua y la tierra. Este paisaje fluvial se construye en un contexto de territorialidad en debate mediante
diálogos y procesos de dominio entre lo natural y lo urbano. Se generan en este
encuentro distintas aproximaciones sobre el río variando la escala y los usos,
los cuales evidencian una diversidad de
ritmos en cuanto a lo orgánico, lo tectónico y las fuerzas vivas.
La sinergia de transformación
de la cualidad fluvial de la ciudad y su identificación con el río subyacen en
la geomorfología, las expresiones de su lenguaje y su proceso histórico
acompañando este fluir y generando distintas instancias de identidad y
urbanidad.
Estos intersticios urbanos o distintas urbanidades entran en tensión entre sí aportando otra reflexión de este paisaje, siendo mímesis de los deltas del río, que nos inducen a la necesidad de reinterpretar lo circundante.
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