D'ALESSANDRO
Catalina con sus ganas de encontrar la “identidad” de esta ciudad mitad tierra, mitad río, ha emprendido una empresa enorme. Desde su mirada crítica a nuestra historia para entender cómo hemos sentado las bases de nuestra sociedad, hasta su agudeza para detectar la problemática actual de la metrópoli como organismo vivo, dinámico y cambiante, ha sido explícita en su vocación de conservar lo bueno del pasado con el objeto de construir una verdadera identidad. O en sus palabras: “la salvaguarda de la continuidad histórica en el medio es esencial para mantener un entorno que permita a los individuos encontrar su IDENTIDAD”.
¿Será entonces como dice Mercedes Sosa: “así como todo cambia, que yo cambie no es extraño”? ¿O acaso Sábato es más pertinente cuando dice: “esos barrios que tímidamente con vergüenza, conservan algún minúsculo tesoro de algún pasado menos duro” *? Lo cierto es que para Catalina “todas estas diversas improntas de comprensión y actuación sobre el territorio construyeron distintos paisajes. Siendo un territorio diverso y complejo, se superponen diversas versiones de una misma relación entre la Ciudad y el Río. Esta noción de estratos propone un territorio muy rico para articular la identidad del borde ribereño”.
Esta voluntad que motiva su búsqueda agranda la escala del diagnóstico del sitio. Pero teniendo esta visión holística será cuestión de tiempo para bajar y concentrase en su Proyecto Urbano con la misma pasión y profesionalismo en el sector a intervenir.
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