Entrando al living se veía como fondo y en un ángulo bastante cerca de la puerta un hogar a leña que pocas veces se encendía. Estaba todo impecablemente amueblado con tres sillones, una mesa de comedor, ocho sillas, un bayú y un combinado, todo de madera oscura y con formas curvas muy especiales. Me parecía enorme. Enorme y mágico, un lugar preparado para pasar cumpleaños y navidades donde nunca faltaba un papa Noel muy parecido a mi abuelo Ramón.
El living era un lugar de paso. De paso rápido hacia la cocina y con patines de paño para no rayar el brillo del piso que mi abuela con tanta dedicación lograba, pero que en ella parecía algo que no costaba esfuerzo alguno. Siempre estaba reluciente. Y en la cocina me esperaba como siempre mi merienda recién preparada: pan francés con manteca espolvoreada con azúcar y un vaso de Toddy, nada de Nesquik, Toddy.
El sol del otoño que apenas bañaba la casa ganándose por debajo de la galería de tejas, teñía la cocina envolviéndola en una atmosfera cálida de tonos amarillentos que sintonizaba con el placer que me producía estar allí con mis abuelos del alma. Al rato llegaba mi primo Daniel, hermano del corazón con el que jugábamos con nuestras espadas de plástico, capas negras sombrero y antifaz, y nos deleitábamos viendo El Zorro, hasta que iban llegando los demás. Mis papas, mis tíos, mi hermana y el menor de todos, el hermanito de Daniel. Y así hasta la cena en aquel clima familiar de ensueño donde la vida parecía eterna, y las atmósferas del Zorro se entreveraban con las de la casa de teja colonial de mis abuelos.
Fifteen years later…in the Buenos Aires University…
¿Cómo puede ser que hayamos tenido que importar de los EEUU de Norteamérica un modelo colonial que es más hispano que la fabada? ¡Que falta de conocimiento de nuestra arquitectura vernácula nacida de las más profundas entrañas de nuestra tierra! Parece surrealista, pero hasta tuvimos que esperar que Hollywood y Walt Disney nos recordaran quienes somos a través de tantos films, incluyendo a mi héroe El Zorro.
En la época de Perón, Entre 1947 y 1955, se llevo a cabo el mayor desarrollo de vivienda social en la historia de nuestro país, y gracias a la difusión que hizo Hollywood del chalet del sudoeste de los EEUU a través de sus películas, se lo eligió en su momento como modelo para la realización de nuestras casas viendo en su arquitectura la representatividad de nuestra cultura. O sea que, por fortuna, se le estaba dando de algún modo la razón a las intenciones de los revisionistas históricos de los cuarentas, y al no tan bienvenido en su momento estilo neocolonial. Pensar que este estilo californiano” importado de USA” se llamaba Mission Style, porque recuperaba el estilo de las misiones indígenas que respondían a la corona española en tiempos en que las ciudades de Los Ángeles, San Francisco, Santa Bárbara y San Diego entre otras, todavía le pertenecían.
La atmosfera amarillenta de la cocina de mis abuelos tan acogedora, lo era porque las actividades cotidianas más elementales y al mismo tiempo profundas y agradables se daban allí. Nuestros juegos, meriendas, mateadas, las charlas amenas y las no tanto de los mayores, se daban allí. La vida casi por completo transcurría allí. Costumbre seguramente heredada de las casas de campo de las que ellos provenían, donde la vida se daba alrededor del fogón de la cocina o de la matera.
El living room, supuestamente lugar para vivir, quedaba relegado solo para los acontecimientos festivos. Y solo en esos acontecimientos se usaban sus muebles de estilo provenzal y se abandonaban los patines de paño.
Hace unos cuantos años y en la universidad, me toco escuchar a algún prestigioso arquitecto jefe de cátedra durante una corrección a un alumno decir sentenciando con cierta dureza y altanería:
“la teja colonial ha muerto”…
Ahora a la distancia como docente, no dejo de pensar cuál puede ser el impacto que un comentario desacertado mío o de otro par, pueda producir en un alumno que esta permeable a nuestros decires. Palabras no muy sabias las de aquel docente que, tal vez minimizaba o desconocía la persistencia de la teja colonial en la memoria colectiva.
No hay más que mirar desde el aire la infinita cantidad de construcciones de todas las épocas en el conurbano, o en barrios periféricos de muchas de nuestras ciudades y, sobre todo en las más emblemáticas europeas y latinoamericanas donde, seguramente, esa frase lapidaria no hizo mella.
Desde la colonia hasta la actualidad, pasando por el chalet californiano entrañable de mis abuelos, este tipo de construcciones no ha dado más que resultados positivos, de buena habitabilidad y perdurabilidad a través de los años, dando además un mensaje de identidad nacional que en estos tiempos de tanta imagen atractiva nos provee de raíces firmes desde donde poder impulsarnos para innovar con autoridad.
Es notorio que durante la misma época, desde 1947 hasta 1955, coexistieran al menos dos tipos de viviendas de gran difusión. La que en lugar de chalet californiano prefiero llamar “de tejas de la época de Perón”, y la de techos planos con volumetría” tipo cajón”, que venía a representar a la modernidad con sus líneas austeras. En las plantas de ambas se evidencian defectos en sus ambientes referentes a lo desacertado en sus proporciones, causando problemas de uso al no contemplar entre otras cosas, la correcta disposición del mobiliario con respecto a las circulaciones, o las relaciones de uso con sus patios y jardines. Pero son corregibles.
Obviamente debemos mantenernos atentos a las nuevas formas de habitar que se manifiestan en nuestra sociedad, teniendo en cuenta las diferentes situaciones en las que se desarrolla un nuevo estilo de vida. Claro está, sin desconocer y revalorando las casas de nuestros abuelos, estudiándolas con el fin de tomarlas como ejemplo a la hora de innovar, apropiándonos de sus bondades y tratando no repetir sus defectos.
alejandro falabella
Que buen relato
ReplyDeleteSe ve que la casa de nuestras abuelas era tan parecida...
Solo que yo jugaba con mi primo a Batman y Robin.
Hoy día aún paso y veo ese chalecito de teja colonial perfectamente mantenido y con toda su dignidad intacta y me pregunto cuanto tiene que ver en esto el cobijo de la teja colonial y su no dejar pasar el agua.
Tal vez el fracaso en nuestra ciudad del modelo racionalista barco no sea estético ideológico , tal vez simplemente tenga su origen en la inevitable humedad de aquellas épocas en los techos planos .
Es que trata de ese tipo de materiales y detalles constructivos que a fuerza de pura cotidianeidad se ganan o pierden el corazón de los habitantes .
Cuando cruzaba el living tenía la sensación de estar esquiando y me encantaba hacer slalon esquivando sillones y mesa ratona......atraído por el aroma de los ravioles de Haydee que con pollo, ( para mi la pata, también era el primero preferido)colmaban el plato jalonado por un ribete azul tan simple y austero como ahora minimalista.
Que bueno Alejandro que me hayas hecho recordar............
Sabia Marcelo que ibas a ser el interprete ideal del escrito...gracias
ReplyDeleteConocemos cuestiones que solo el paso del tiempo enseña, y que de algún modo nos ayuda a percibir, pensar y transmitir con honestidad temas de interés personal mezclandolos con arquitectura. Totalmente de acuerdo con tus reflexiones,... y con la fenómeno de Haydee...
muy lindo y pedagogico a la vez
ReplyDeletesin patines, pero con pan, manteca y azucar; también los recuerdos del hogar sólido, del cobijo, del darse la cabeza contra la pared (el ladrillo común duele) son los que hicieron, más bien, abonaron mi quehacer arquitectónico dentro de la cátedra. Sin copias, sin marcados referentes... sólo lo real, el verdadero germen dió lugar al espacios en mis maquetas.
ReplyDeletesalud Ale! un placer poder leer tus enseñanzas, lejos de poder escucharlas.
saludos al taller
Roma
Salud Roma
ReplyDeleteEstaria bueno que pases a visitarnos un lunes por el taller.
Se lo extraña a usted y a sus afilados coments.
Siempre eran fértil campo para contestaciones y polémicas casi de café ....
Es que está bueno hablar de arquitectura animado con la misma pasion futbolera......donde es inevitable no ponerse de acuerdo pero donde justamente en esta especie de inútil y vano intento por acordar reside la riqueza nutriente del diálogo.
Dialogo tan escaso de resultados objetivos , pragmáticos y directos como plagado de insinuaciones que se adscriben a nuestro ser arquitectónco y que quedan en estado de latencia hasta
eclosionar en el momento mas inesperado y mas debido.
Nada ha cambiado entonces?.. Con algunos años menos, es notorio como el escrito de Alejandro tb habla de mis recuerdos con la abuela Mari. Y esas cosas que son iguales en mi infancia en los años 80. Los patines por un hall super encerado, el pan con manteca y azucar, en mis recuerdos no hay Toddy, hay tazones de cafe con leche con pedacitos de pan dentro; y en un pasillo largo algo que siempre me parecio como minimo magico.. Ese pasillo alto y estrecho de paredes muy muy frias al tacto, con varias puertas blancas, que siemrpe costaban trabajo abrir, entraba una única luz muy amarilla por una ventanita fina y alargada. El cristal estaba teñido y era apenas translucido pero esto era suficiente para imaginar desde que mundos venia esta luz y que o quienes estaban del otro lado.
ReplyDeletePor esto de firmar con el apodo a una la confunden...la Roma femenina presente. Filosa, si... pero en el taller. Imposible la visita, ya que estoy lejos! Visito el blog cuando puedo. Saludos!
ReplyDeleteRoma
(Romina Lojo)
Qué grande Alejandro!!! Volé alto hasta mi querido Pehuajó, a jugar entre los rosales de la abuela Negra, a correr alrededor del jazmín o del aljibe (“¡y guarda con asomarse que es peligroso!”) para ver quién de todos los primos agarraba primero al terito Perico. Eterno pasillos persiguiendo el olor a tuco preparándose hasta llegar a la cocina y robarle un ñoqui crudo de la mesada a la abuela! Y qué miedo pasar por el cuartito oscuro para llegar hasta al baño de la puerta misteriosa! Intacta quedará esta casa en mi mente y en mi corazón, con sus olores, sus ruidos, sus voces, y con todas las personas que hoy ya no están y no tengo conmigo!!
ReplyDeleteGracias Alejandro por traerme hoy estos lindos recuerdos. Desde las sierras cordobesas te mando un beso y abrazo grande!
Magda. (la negra insua!)
ese gran poder de con solo unas pocas lineas podes generar en el otro, ese poder de volar, mantener vivo ese pasado, los recuerdos y las vivencias de cada uno, la imaginacion, la magia...muy bueno.
ReplyDeleteBueno, si hay que ponerse a contar yo también cuento:
ReplyDeleteEn mi caso no había ni casita ni chalecito ni tejas coloniales, yo vivía en un departamento muy venido abajo pero en una zona bastante bacana de mi Bs. As. querido, que tenía muchas carencias pero la peor era que no tenía tele. Mi abuela paterna (la única de la que tengo recuerdo)vivía con 2 tías solteras a 4 cuadras de allí y nos tocaba con mi hermano Marcos ir a tomar el té (jamás la merienda)todos los lunes. Ellas vivían en el 6° y último piso con buhardilla al que se llegaba por un ascensor de maderas crujientes y perfumadas. Esta es la rama paterna y racional de mi familia, lo que no excluía un cariño muy especial de parte de las 3 que después del literal y soso té con tostadas nos contemplaban ver extasiados en su tv "Flipper"...y bueno era lo que daban los lunes a esa hora. Terminada la media hora de tv podíamos ir hacia el pasillo que tenía un placard lleno de revistas Billiken, o hacia el comedor que tenía un ropero en el ahuecado de la buhardilla y que guardaba una impresionante media casa de juguete con escaleras, puertas, inodoros con tapa, etc, etc.Otras veces optábamos por jugar largo rato con un luminoso mapamundi de escritorio, y si no nos veían, con un sacacorcho con una cara de vieja tallada en madera que abría la boca que encontrábamos abriendo unas puertitas mágicas que daban a un sacrísimo bar, donde los espejos multiplicaban las botellas hasta el infinito.
No les cuento de los jueves cuando nos tocaba ir a lo de mis tías maternas, no tan racionales pero mucho mas pellizconas, porque excedería en mucho el fin de este blog, sólo les diré que hay si nos tocaba ver Batman, pero nunca sabíamos como terminaba porque a la misma batihora del viernes nos tocaba de vuelta estar en mi casa.
Al fin y al cabo queda algún iluso que crea que puede pensar y hacer arquitectura sin verse invadido por este tipo de rememoraciones vitales.
Gracias Alejandro por abrir esta puerta y empecemos a abrir la que rememora la calle, la plaza y a mucho mas gente.
creo q el post del taller de cuatro es muy util a todos en esta instancia...http://gonzalezpedemonte4.blogspot.com/2011/05/relevamiento-sensible-los-limites-de-la.html
ReplyDeleteMuy lindo relato. Estudio arqui en la UNC y buscaba sobre la vivienda peronista para rendir historia latinoamericana. La descripción poética me sirvió mucho para entenderla. Además de los planos que no se encuentran en muchos lados. Muchas gracias, lindo post :).
ReplyDeleteMuy buen relato, soy peruano y estoy haciendo un trabajo sobre las viviendas en Latinoamérica. Me sorprendió la bella descripción de las atmósferas que coinciden con las de mi niñez.
ReplyDeleteAlejandro, buscando informacion ( y por que no "un marco teorico") sobre la casa cajon caigo en tu excelente articulo. Me estoy dando el gusto de proyectar una casa cajon para construir con un credito PROCREAR. Es un tipo que merece ser estudiado y revalorizado. Saludos desde Necochea, Arq. Ernesto Aleman
ReplyDeleteHola Sr. Falabella. Mi nombre es Oscar Canclini. Mi abuelo era constructor y tenía el libro al que pertenecen esas imágenes. Con los años se perdió y me gustaría saber el nombre de dicho libro para intentar conseguir una copia ya que uno de mis hijos estudió construcción y me gustaría poder conseguirselo como un contacto con su bisabuelo. Desde ya muchas gracias
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