Para los muchos que tuvimos la suerte de cruzarnos con el gran Marcelo Pedemonte tenemos la tristeza de quedarnos sin su irreverente vocación de hacernos pensar de manera libre, sin ataduras ni medias tintas.
Perdemos su loca pasión por la arquitectura, el teatro y la poesía, que nos inculcó con su estilo único, desafiante, generoso.
Vamos a extrañar su amor por la docencia, que defendió hasta el final, casi siempre desde la incomodidad de quien interpela las convenciones.
Trataremos de honrar su legado alentando a los estudiantes a ser fieles con la irrefrenable potencia que se arraiga en las convicciones.
El taller que lo vio enamorar a generaciones de estudiantes con la Arquitectura "a pura prepotencia de dibujo" lo despide con mucho orgullo.
Arriba gran Marcelo, salud y buen viaje
Equipo Cátedra Pedemonte