Monday, April 12, 2010

Alumno: PABLO KATZIN

I

Luego de satisfacer las necesidades de supervivencia, el ser humano buscara ser aceptado por sus pares y para ello necesitara establecer un vínculo con el otro.

Por supuesto que el primer vinculo se da con el medioambiente tratando de comprender los fenómenos que lo rodean y tratando de apropiarse de su entorno físico inmediato.

En el ida y vuelta constante entre los humanos surge también un replantearse uno mismo. Es un autoconocimiento a partir de la comunicación con el otro y es un vincularse con un mismo.

No habrá vínculo con el otro si uno no vincula sus propias partes internas, sus verdades que van transformándose al tomar contacto con la otredad.

Pero que se vincula? Partes inconexas? Partes con elementos en común?

En principio uno establece vínculo con aquello que les es más afín y luego su insatisfacción para con lo ya conocido motiva en una relación con lo distinto, con lo extranjero.

De la superposición con lo otro surge algo nuevo, así como dos colores interactuando dan origen a un color nuevo.

Refiriéndose al habitar (y esto es el vincularse ya sea con el medio ambiente y con el otro) R. Doberti habla de una entidad que comprende partes muy complejas que presentan densidades variables que van de lo espeso, duro y poroso a lo liviano, poroso y etéreo.

Y eso es vinculo, el formar parte de una red densa que comunica sus partes ya sean iguales y distintas y que conforman un todo.

II

Como vincular dos áreas de una ciudad tan disconexas social económica y espacialmente?

Como vencer la barrera que tan fuertemente separa por ejemplo Puerto Madero del resto de la ciudad?. Es la avenida Madero, junto al trazado ferroviario, un impedimento de comunicación entre la ciudad consolidada y las nuevas intervenciones urbanas de allende sus limites.

Y sus habitantes? No hay amalgama social y económica.

Es lo rugoso de la ciudad versus lo liso de lo nuevo, lo heterogéneo versus lo homogéneo.

Y como vincular un centro consolidado, la Plaza de Mayo, epicentro de la segunda fundación de Buenos Aires, con el sur degradado de parque Lezama, sitio de la primera fundación de la ciudad y lugar de la prehistoria del país.

Lo que ofrece de novedoso una estructura rizomática es la transformación de los limites en un vinculo con algo nuevo en una continua metamorfosis sin ningún principio ni ningún final. No hay jerarquías marcadas, cada nodo de la red es tan importante como su vecino, es la aceptación del otro. La democracia en su máxima expresión y referida al espacio.

1810 es fundación, 1910 es argentina potencia, 2010 es momento de incertidumbre.

Pero que pasa con la prehistoria de todo esto? Eses tan lejano 1536 donde se funda por vez primera la ciudad?

Porque dejarlo de lado? Parque Lezama, zona degradada y olvidada, misteriosa Buenos Aires que tiene en su Adán un héroe y en su actualidad degradada una tumba.

Los confines de una identidad que se construye lentamente pero que se encuentra en crisis se hallan en diferentes sitios que actúan como vórtex.

Una identidad polisémica, de multiplicidad de nodos donde nadie se puede jactar de ser más importante.

Una identidad rizomática hispanoitalopolaca de raigambre judeocristiana que se materializa en un sinfín de estilos arquitectónicos que conviven hombro a hombro.

Una ciudad que parece tener hipo y enseña impúdicamente su desnuda medianera a veces tatuada por alguna publicidad y que construye un ritmo sincopado.

Una conjunción fortuita de diferencias que simultáneamente conviven y crece.

Eso es la ciudad.



Recuerdos de la tercera fundación

“Salió del café y volvió al parque.

Ahí estaba, imperioso y férreo, Don Pedro de Mendoza

señalando con su espada…”1 al río “que su real gana decidía fundar aquí”.1

Algo cambio.

La estatua de don Pedro ya no mira a la ciudad como tiempo atrás sino que ahora aparece oteando el horizonte el infinito clavando su mirada en el horizonte, hacia el río, y soportando con sus anchas espaldas el rigor de la ciudad que vendrá.

La ciudad que fue.

Me dirigí hacia los confines del parque hacia donde según mi mapa se encuentra la estatua de Alejandra.

Ahí estaba. Impoluta. Y me pregunto que tendrán sus ojos que fríamente acribillan mi humanidad impúdicamente desnudando mi ser e impunemente, y desde su quietud, obligándome a estar mudo y estático.

Me hago eternidad y venzo al tiempo y la miro pero no puedo hallar un flanco débil para inmiscuirme en su interior.

Ambos estáticos, yo desde mi estado hipnótico, ella desde su pétrea condición.

Hacia el fondo, un templete de columnas marchitas habitadas por verdes enredaderas que son como hilachas de tiempo de una época ancestral.

Alejandra y Martín enfrentados mirándose eternamente desde arcanos tiempos donde todo era flor ondeando sus pétalos al viento.

Yo en el medio interponiéndome entre ellos, entre sus suplicas por ser mas que piedra.

Se exactamente lo que espero al venir a este sitio y no puedo evitar regresar luego de releer aquellos arcanos manuscritos inspirador de la tercera fundación de Buenos Aires siglos atrás.

Un triangulo perfecto: Martín, Alejandra y yo en sugestiva unión de carne y piedra.

Alejandra y Martín en eterna unión y yo tratando de encontrar algo, tal vez mi Alejandra o algún Sábato que dibuje un destino para mi.

Queda lo mejor de lo que alguna vez fue, este parque misterioso, corazón de una antigua intervención urbana que dio un nuevo ímpetu a la ciudad al reconciliarla con el río.

Y en las entrañas de este corazón, este paseo de estatuas, vórtex que comunica al pasado.

Templo de dedicado a aquellos que fueron Dioses y en honor a aquellos humanos que fueron ascendidos a status divino.

Y que son los dioses sino deposito de alegrías y frustraciones, ponemos en ellos todo aquello que no nos animas a asumir

Ruinas circulares que cercenan la vieja trama hipodámica. Un rejunte de curvas famélicas que todo lo invaden.

Pero por Odin! De donde salen tantas curvas y diagonales? Será la impronta majestuosa del parque cuyos limites difusos se pierden en el horizonte hacia el este? Será su topografía que parece un mar embravecido detenido en el tiempo?

Dejo a Martín y Alejandra. Los dejo mirarse in aeternum. Quien soy yo para interrumpirlos! Me dirijo hacia los confines del parque y me paro en una balaustrada que apunta hacia los restos de un antiguo estadio.

Que soledad impoluta que no me animo a pervertir pero que ganas de cambiar mi destino de fantasma. Como ruego que ese que señor semicalvo y con anteojos que esta ahí sentado escriba sobre mi y de cuerpo a mis deseos.

1. Ernesto Sabato. Abaddon el exterminador. Pag 178.



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